Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
NAUFRAGIOS Y COMENTARIOS




Comentario

Que trata de lo que pasó el gobernador y su gente por el camino y de la manera de la tierra



De aqueste río llamado Iguazu, el gobernador y su gente pasaron adelante descubriendo tierra, y a 3 días del mes de diciembre llegaron a un río que los indios llaman Tibagi. Es un río enladrillado de losas grandes, solado, puestas en tanta orden y concierto como si a mano se hobieran puesto. En pasar de la otra parte de este río se rescibió gran trabajo, porque la gente y caballos resbalaban por las piedras y no se podían tener sobre los pies, y tomaron por remedio pasar asidos unos a otros; y aunque el río no era muy hondable, corría el agua con gran furia y fuera. De dos leguas cerca de este río vinieron los indios con mucho placer a traer a la hueste bastimentos para la gente; por manera que nunca les faltaba de comer, y agua a veces lo dejaban sobrado por los caminos. Lo cual causó dar el gobernador a los indios tanto y ser con ellos tan largo, especialmente con los principales, que, además de pagarles los mantenimientos que le traían, les daba graciosamente muchos rescates y les hacía muchas mercedes y todo buen tratamiento; en tal manera, que corría la fama por la tierra y provincia, y todos los naturales perdían el temor y venían a ver y traer todo lo que tenían, y se lo pagaban, según es dicho. Este mismo día, estando cerca de otro lugar de indios que su principal se dijo llamar Tapapirazu, llegó un indio natural de la costa del Brasil, que se llamaba Miguel, nuevamente convertido, el cual venía de la ciudad de la Ascensión, donde residían los españoles que iban a socorrer; el cual se venía a la costa del Brasil porque había mucho tiempo que estaba con los españoles; con el cual se holgó mucho el gobernador, porque de él fue informado del estado en que estaba la provincia y los españoles y naturales de ella, por el muy grande peligro en que estaban los españoles a causa de la muerte de Juan de Ayolas, como de otros capitanes y gente que los indios habían muerto; y habida relación de este indio, de su propia voluntad quiso volverse en compañía del gobernador a la ciudad de la Ascensión, de donde él se venía, para guiar la gente y avisar del camino por donde habían de ir; y dende aquí el gobernador mandó despedir y volver los indios que salieron de la isla de Santa Catalina en su compañía. Los cuales, así por los buenos tratamientos que les hizo como por las muchas dádivas que les dio, se colvieron muy contentos y alegres.

Y porque la gente que en su compañía llevaba el gobernador era falta de experiencia, porque no hiciesen daños ni agravios a los indios, mandóles que no contratasen ni comunicasen con ellos ni fuesen a sus casas y lugares, por ser tal su condición de los indios, que de cualquier cosa se alteran y escandalizan, de donde podía resultar gran daño y desasosiego en toda la tierra; y asimesmo mandó que todas las personas que los entendían que traía en su compañía contratasen con los indios y les comprasen los bastimentos para toda la gente, todo a costa del gobernador; y así cada día repartía entre la gente los bastimentos por su propia persona y se los daba graciosamente sin interés alguno.

Era cosa muy de ver cuán temidos eran los caballos por todos los indios de aquella tierra y provincia, que del temor que les habían, les sacaban al camino para que comiesen muchos mantenimientos, gallinas y miel, diciendo que porque no se enojasen que ellos les darían muy bien de comer; y por los sosegar, que no desamparasen sus pueblos, asentaban el real muy apartado de ellos, y porque los cristianos no les hiciesen fuerzas ni agravios. Y con esta orden, y viendo que el gobernador castigaba a quien en algo los enojaba, venían todos los indios tan seguros con sus mujeres e hijos, que era cosa de ver; y de muy lejos venían cargados con mantenimientos sólo por ver los cristianos y los caballos, como gente que nunca tal había visto pasar por sus tierras.

Yendo caminando por la tierra y provincia el gobernador y su gente, llegó a un pueblo de indios de la generación de los guaraníes, y salió el señor principal de este pueblo al camino con toda su gente, muy alegre a rescebillo, y traían miel, patos y gallinas, y harina y maíz; y por lengua de los intérpretes les mandaba hablar y sosegar, agradesciéndole su venida, pagándoles lo que traían, de que recebía mucho contentamiento; y allende de esto, al principal de este pueblo, que se decía Pupebaje, mandó dar graciosamente algunos rescates de tijeras y cuchillos y otras cosas, y de allí pasaron prosiguiendo el camino, dejando los indios de este pueblo tan alegres y contentos, que de placer bailaban y cantaban por todo el pueblo.

A los 7 días del mes de diciembre llegaron a un río que los indios llamaban Tacuari. Este es un río que lleva buena cantidad de agua y tiene buena corriente; en la ribera del cual hallaron un pueblo de indios que su principal se llamaba Aangohi, y él y todos los indios de su pueblo, hasta las mujeres y niños, los salieron a rescebir, mostrando grande placer con la venida del gobernador y gente, y les trujeron al camino muchos bastimentos: los cuales se lo pagaron, según lo acostumbraban. Toda esta gente es una generación y hablan todos un lenguaje, y de este lugar pasaron adelante, dejando los naturales muy alegres y contentos; y así, iban luego de un lugar a otro a dar las nuevas del buen tratamiento que les hacían, y les enseñaban todo lo que les daban; de manera que todos los pueblos por donde habían de pasar los hallaban muy pacíficos, y los salían a recibir a los caminos antes que llegasen a sus pueblos, cargados de bastimentos, los cuales se les pagaban a su contento, según es dicho. Prosiguiendo el camino, a los 14 días del mes de diciembre, habiendo pasado por algunos pueblos de indios de la generación de los guaraníes, donde fue bien rescebido y proveído de los bastimentos que tenían, llegado el gobernador y su gente a un pueblo de indios de la generación que su principal se dijo llamar Tocangucir, aquí reposaron un día, porque la gente estaba fatigada, y el camino por do caminaron fue al Oesnorueste y a la cuarta del Norueste; y en este lugar tomaron los pilotos la altura en 24 grados y medio, apartados del trópico un grado. Por todo el camino que se anduvo, después que entró en la provincia, en las poblaciones de ella es toda tiera muy alegre, de grandes campiñas, arboledas y muchas aguas de ríos y fuentes, arroyos y muy buenas aguas delgadas; y, en efecto, es toda tierra muy aparejada para labrar y criar.